Índice
ToggleEn una herencia hay una figura que puede resultar desconocida para la mayoría, pero que adquiere una gran relevancia. En el caso de que a uno le nombren albacea, esa responsabilidad le hará encargarse de que se cumpla con la última voluntad del testador. Suele tratarse de alguien de su confianza, que tiene en cierta medida el encargo de minimizar los probables conflictos en el reparto de la herencia entre los herederos.
Este cargo es totalmente voluntario, aunque se entiende que se acepta una vez que no muestre su negativa al cabo de seis días desde que se tiene constancia del nombramiento. En cualquier caso, de aceptarse este puesto, siempre existe la opción de renunciar posteriormente y para ello será preciso alegar causa justa al criterio del notario o del secretario judicial.
Cuáles son las funciones del albacea
El albacea en una herencia desempeñará las funciones de ejecutor testamentario y cualquier decisión que adopte debe ajustarse a las indicaciones facilitadas por el testador. Hay que aclarar que existen dos tipos de albacea. Por un lado, el universal, que es el que se ocupa de todo lo asociado con la herencia hasta que se formaliza la entrega de los bienes, y por otro, el particular, en donde asume unas funciones más concretas, encargándose de aquellas cuestiones que aparezcan en el testamento.
Si no se establece de una forma determinada el papel del albacea, se entiende que se ocupará de lo siguiente.
- Disponer y abonar los sufragios y el funeral del testador según lo establecido por este en el testamento.
- Satisfacer los legados que consistan en metálico, con el visto bueno del heredero.
- Encargarse que la ejecución de la herencia se realice en función de lo recogido en el citado documento testamentario, sosteniendo su validez.
- Adoptar las medidas oportunas para la conservación y custodia de los bienes.
- Asegurarse de que se realice el inventario de bienes con la intervención de los herederos y otros posibles interesados.
Por lo tanto, delegan en esta figura la interpretación del testamento, pero también contar, partir y administrar los distintos bienes. Otra de sus funciones será el pago de las deudas que existieran, así como la protección de los bienes que acaben heredando menores o personas incapacitadas.
En el caso de que en la herencia no hubiera el dinero preciso para satisfacer el funeral, y los herederos no pusieran nada de su parte, el albacea tendrá que optar por la venta de bienes muebles. De no resultar bastante con esto, se procedería a hacer lo propio con los inmuebles, con la participación de los herederos.
Requisitos para ser albacea
El cargo de albacea debe recaer sobre una persona en la que confíe el testador. Se exige que sea mayor de edad y que cuente con capacidad de obrar. El cargo o formación académica que tenga tampoco influye mucho en la elección, pero lo más habitual es que dicha responsabilidad se atribuya a una persona con conocimientos en la materia, como puede ser un abogado o un notario de confianza.
Además del cumplimiento de estas exigencias, también se le pedirá que acepte las funciones que se le impongan. Por lo tanto, debe manifestar su intención de desempeñar dicho cargo, y una vez que haya dado su visto bueno adquirirá la condición de albacea.
La persona escogida dispone de un plazo de hasta seis días desde que se confirma su nombramiento o desde que se conoce el fallecimiento del testador para librarse de este puesto. De llegar a este punto no será necesario que haya una justificación para quedar excluido.
En el caso de que acepte el cargo y opte por renunciar, sí que se exigirá que aporte una causa justa, y este trámite debe hacerlo ante un notario. Entre los motivos que puede aducir para cesar como albacea en una herencia se encuentran una enfermedad, disputas con los herederos o que haya algún prejuicio de mantenerse en esa posición. También cesará de sus responsabilidades con su fallecimiento, sin que exista la posibilidad de delegar en otros.
¿Es remunerada la tarea del albacea?
El puesto de albacea en una herencia está considerado como un cargo de confianza. Es cierto que tiene que asumir un papel relevante, como es el cumplimiento de la voluntad del testador. De él depende en cierta medida que se ejecuten esos intereses impuestos por el fallecido. El artículo 908 del Código Civil desvela que se trata de un “cargo gratuito”. Continúa diciendo que el testador podrá, no obstante, “señalar a los albaceas la remuneración que tenga por conveniente, todo sin perjuicio del derecho que les asista para cobrar lo que les corresponda por los trabajos de partición u otros facultativos”.
Si esta responsabilidad recae sobre un familiar o una persona del círculo más próximo de amistades del fallecido, en realidad lo que prevalece aquí es la confianza y la seguridad de que hará cumplir sus últimas voluntades. Pero puede darse el caso de que para dicho puesto se decante por un perfil profesional. De ocurrir esto, su labor debe retribuirse en función a unos honorarios y de la dedicación. Sería importante que esta cuestión quedara aclarada con anterioridad para que no dé lugar a posibles confusiones una vez que llegue la hora de distribuir los bienes.
Al margen de que el albacea en una herencia desempeñe una labor totalmente gratuita o retribuida, siempre debe tener la posibilidad de recuperar los gastos justificados que se puedan producir en el ejercicio de sus funciones.
Ventajas de nombrar un albacea en el testamento
La figura del albacea no es obligatoria en los testamentos. De no tener presencia en una herencia, sus funciones recaerán de manera directa sobre los herederos. En cualquier caso, nombrar a una persona de confianza le aportará una gran seguridad al testador. Tendrá la certeza de que sus voluntades se cumplirán.
El albacea tendrá la misión de cumplir con las disposiciones recogidas en el testamento, además de resguardar los bienes muebles e inmuebles, así como el dinero que hubiera en metálico. Mientras dure en el cargo, también tendrá que ocuparse de controlar el legado del fallecido, para que posteriormente todo llegue en correcto estado a los herederos.
Por lo general, este nombramiento se realiza cuando nos encontramos ante un reparto de herencia muy grande, aunque también adquiere una cierta relevancia su papel cuando el testador intuya que pueda haber algún tipo de conflicto entre familiares por la herencia tras su fallecimiento con los distintos herederos. Es ahí cuando entra en escena esta figura, que desempeñará unas labores para que se materialicen todas las decisiones previstas por la persona fallecida.
En definitiva, tendrá una función muy importante. Será el encargado de gestionar la herencia de una manera óptima, siguiendo las pautas establecidas por el testador. Resulta prácticamente imprescindible, sobre todo en aquellas herencias en las que haya muchos bienes a distribuir o cuando existan malas relaciones entre los distintos miembros de una familia.
Además, también resultará de gran ayuda cuando haya negocios familiares, actividades empresariales o bienes que produzcan rendimiento, como es el caso de los alquileres. En estos casos, el albacea se ocupará de proteger la herencia y administrará los bienes de la mejor manera posible hasta que llegue la hora de efectuar el reparto. Gracias a él se evitará muchos conflictos entre los posibles herederos.